martes, 15 de marzo de 2011

Universidad, profesor y estudiantes.

LAS METAS DE LA UNIVERSIDAD

La Universidad es, fundamentalmente, una institución de crítica frente a la sociedad. Toda institución viva se define en sus metas por las contradicciones o antagonismos básicos que la constituyen. Ahora bien, la contradicción principal en la Universidad latinoamericana contemporánea parece ser la oposición que existe entre la tendencia a identificarse con el status quo y la necesidad de asumir el papel de conciencia crítica de la sociedad; entre su misión de trasmitir los valores de la cultura establecida y la necesidad de constituir nuevos valores. Este es el antagonismo fundamental, del que derivan los otros, por ejemplo: autonomía frente a la necesidad de integración con la comunidad; profesionismo frente a formación general del estudiante, etc. Una reforma a la Universidad debe tender a asegurarse al máximo esta función crítica, dentro de las circunstancias de una sociedad determinada.


LOS MAESTROS

La educación crítica que debe ser la universitaria, y de una manera especial, la de Estudios Generales, no sería posible sin maestros formados a su vez críticamente en el estudio de los problemas culturales, económicos y políticos del país. Al mismo tiempo, estos maestros deben ser lo suficientemente humildes para reconocer su permanente necesidad de educarse y de colaborar en las modestas tareas de elaboración de programas y de materiales de enseñanza. Finalmente, estos maestros deben haber asimilado un método de enseñanza acorde con los objetivos de los Estudios Generales porque no hay otra manera de introducir una actitud crítica que no sea la práctica de un método también crítico.

CRÍTICA INTERNA

Si la Universidad ha de ser una institución de crítica frente a la sociedad, debe serlo también frente a sí misma. Ante todo, el profesor no puede sor el autócrata que posee "la verdad" y la trasmite graciosamente a sus alumnos; ni estos deben considerarse más afortunados que sus maestros, sino aprender a aceptar vitalmente la posibilidad de estar equivocados y respetar la pluralidad de opiniones. La Universidad debe fomentar a toda costa un clima de respeto para todas las ideas y posiciones, que no implique su inmunidad sino la posibilidad recíproca de discutirlas y someterlas a crítica.

ENSEÑAR A APRENDER

Entre los objetivos de Estudios Generales debe merecer lugar preponderante el enseñar a aprender, el dar al estudiante el adiestramiento que le faculte para recorrer por sí mismo la mayor parte del camino intelectual. Creación y fomento de una auténtica actitud universitaria frente al simple recibir información o a la memorización verbalista. Estos objetivos determinan el método de enseñanza y el papel que desempeña en la empresa el profesor de Estudios Generales.

PROFESOR Y ALUMNO

El profesor de Estudios Generales debe entenderse así mismo como un compañero de sus estudiantes y colegas en la aventura de la construcción y descubrimiento de la verdad. Debe haber el mínimo de barreras entre profesor y alumnos, y entre colega y colega, para que esta aventura sea exitosa. El profesor, también aprende; el estudiante, también investiga: no debe reconocerse distinción esencial alguna entre profesor y alumno, o entre enseñanza e investigación. Se estudia investigando y se aprende enseñando.
La relación profesor-alumno debe dejarse lo más espontánea posible. El alumno debe poder elegir a su profesor, tener libertad de asistir o no asistir. El profesor debe conservar una amplia posibilidad de escogimiento de temas de programa y de enfoques para desarrollarlos. La necesidad de calificar y de promover debe interponerse lo menos posible entre el profesor individual y sus alumnos. El ideal de Wilhelm Humbolt de la libertad académica debería dejarse imperar en la medida de lo posible.

LÍMITES DEL PROFESOR

El alumno no debe esperar que el profesor le resuelva todas sus dudas. La misión del profesor no es dar seguridad sin crear inquietudes. El profesor no debe sustituir al alumno en la labor de integrar conocimientos y dar solución a los problemas intelectuales que a todos agobian. Tampoco debe sustituir a los grandes maestros, a los filósofos, poetas o científicos de que se enorgullece la cultura humana. Su función es presentar esas grandes voces, no interferirlas. El pensamiento del profesor no es el objeto de estudio, sino el pensamiento de los grandes autores en sus obras originales. El objetivismo hermenéutico en la discusión en clase es el mejor antídoto contra el verbalismo y la temeridad intelectual a que tienden los estudiantes de primero y segundo años. 

Tomado de: http://www.claudiogutierrez.com/El_profesor_de_EG.html

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